Wednesday, June 4, 2008

INTRODUCCION


Esta es una novela corta que surgió mientras me encontraba en algún aeropuerto, ya no recuerdo cual, esperando una conexion para volver a casa. Era un pasajero en transito, en un limbo geográfico. Lo primero que se me ocurrió fue que era un buen lugar para cometer un asesinato, no porque tuviera a alguien para asesinar, pero mas bien porque pensé que sería el marco ideal para una trama de suspenso. Ese fue el origen de la novela. Luego, pensé en un personaje (Eduardo) que sintiera un odio visceral hacia la víctima (Atilio), y que ese odio no se aplacaría hasta que el asesino cometiera el tan ansiado crimen. Para ello imaginé que en tiempo pasado, los roles de los protagonistas habían estado invertidos, es decir, la víctima (Atilio) fue el victimario y el criminal la víctima (Eduardo). Y el otro punto a decidir fue cual podría haber sido el origen de ese odio tan profundo, que acciones tan deleznables habian llevado a la víctima de antaño a sentir lo que sentía. Y de ahi el origen de la historia, ese acto terrible que Eduardo sufrió en su infancia a manos de Atilio. Así surgió "En Tránsito", que es una novela corta, y también mi segundo libro.
CAPITULO 1


Lo odiaba con todas sus fuerzas, con toda su alma. Sabia que era un odio patologico, irreparable, incontenible, peligroso, y sabia que ese odio terminaria llevandolo a la violencia en algun momento. La unica incognita era cuando y donde.
Llevaba planeandolo desde los 8 años, cuando su padrastro le pusiera las manos encima por primera vez. Ese dia solo lo habia golpeado brutalmente, en reprimenda por negarse a alcanzarle otra botella de vino. Ya habia tomado mucho y dudaba de que pudiera mantenerse en pie. La reaccion a su negativa fue tan violenta como inesperada: de un cachetazo lo tiró de su silla al piso, y ahi lo pateó en la espalda con la punta de sus zapatos. Eduardo sintió las puntadas en su riñon derecho y su conciencia se nubló de dolor por unos segundos. Dolor, confusion, sorpresa, odio, peplejidad, todas emociones que se entremezclaron en ese momento, en ese instante crucial de su vida; habia descubierto penosamente que su padrastro no era el ser que aparentaba.
Se habia casado con su madre hacía un año. Inicialmente Eduardo y sus hermanos lo aceptaron de buen grado. Pensaron que ayudaría a restablecer la felicidad de su madre, devastada por la muerte de su marido y padre de los niños, ocurrida 3 años antes, pero de la cual todavía no terminaba de recuperarse.
Había conocido a Atilio en una reunion de trabajo. Atilio era un abogado que trabajaba para la misma empresa que Agustina, la madre de Eduardo. Era una empresa grande, con muchos empleados. A Atilio le gustó desde el primer momento, pero su condición de casada le impidió cualquier movida, hasta que su viudez le dio la chance. Buen mozo, inteligente, entrador, y en apariencias un hombre integro. Aun así, le costó un buen tiempo conquistar el corazón de Agustina, envuelto en tristeza y deseperanza desde la muerte del amor de su vida.
Pero la persistencia de Atilio eventualmente rindió su frutos. Pensó que era un buen hombre, que sería un buen compañero, y por sobre todas las cosas un buen padre que llenara el vacio de sus hijos y se convirtiera en una guia y apoyo. No se había enamorado de él, eso jamás le volvería a ocurrir, pero si sentía una atracción tanto física como mental por Atilio y eso era un buen comienzo para una relación seria, y que finalmente terminó en el casamiento.
Pero la felicidad inicial de toda la familia fue cediendo gradualmente al ir descubriendo la verdadera personalidad de Atilio. Poco a poco fue revelando sus facetas negras, su caracter irascible, su impaciencia, su alcoholismo, su egocentrismo, su total indiferencia por el bienestar de los niños, y lo peor, sus abusos. Comenzaron los maltratos hacia Agustina primero, y luego hacia los chicos. Eduardo era el menor de 3 hermanos, por lo cual fue el que mas sufrió el impacto, no solo psicologicamente, sino fisicamente. Sus 8 años de edad le impedían defenderse adecuadamente. Sus hermanos de 13 y 15 años eran mas dificiles de controlar, aunque también sufrieron la violencia de Atilio
Las golpizas se hicieron cada vez mas frecuentes, y con excusas cada vez mas triviales. Era evidente que la situación no mejoraria, que esto no era algo pasajero, sino todo lo contrario, tendía a empeorar. Y finalmente una noche, lo peor. Eduardo compartía el cuarto con uno de sus hermanos, mientras que el mayor tenía su propia habitacion. Atilio entró sigilosamente al cuarto, aprovechando que su hermano se habia quedado a dormir en lo de los primos. Comenzó a tocarlo y a acariciarlo por todo el cuerpo, destilando alcohol con cada respiración. Eduardo se despertó confundido, y quedó petrificado ante la escena. No entendía un ápice de lo que sucedía. No atinó a hacer nada, no podia, solo actuar como un espectador pasivo, horrorizado, sometido. Esa noche su vida cambió, su niñez terminó abruptamente, y su inocencia robada por este personaje. Este personaje infrahumano que sembró esa semilla de odio en su inconciente primero, pero que no tardó mucho en hacerse un sentimiento conciente, un sentimiento que guiaría la voluntad de Eduardo hacia un plan de venganza y justicia. Esa misma noche, esa noche de vejación, de abuso, de tortura. Esa noche se pusieron en marcha los mecansimos que llevarían a Eduardo a elucubrar y pleanear la forma de castigar a este hombre repugante, este ser malvado que no merecía vivir en esta tierra, y menos compartir el mismo techo que su familia.
Pero antes debería sufrirlo y tolerarlo durante mas de 1 año, en silencio, solo, temeroso de reveler a sus hermanos y a su madre semejante aberración. Un año de infierno, de odio creciente y reprimido, un via cruces demasiado grande para un niño de 8 años.
Afortunadamente, o desgraciadamente, su infierno terminó abruptamente. Afortunadamente porque terminó, desgraciadamente porque tuvo que pasar 1 año. Era una noche calurosa y Eduardo se encontraba en la terraza de la casa, sentado en una parecita y disfrutando la brisa nocturna, que alivianaba un poco el calor. Atilio llegó sorpresivamente, algo alcoholizado pero logrando manterner la compostura. Eduardo comprendió sus intenciones al instante, esa mirada y esos gestos eran inconfundibles a esta altura, y una vez mas le provocaron esa sensacion de nauseas y de estomago revuelto que siempre había sufrido desde aquella fatídica noche. Atilio comenzó a hacer lo suyo, pero un ruido de escaleras lo dejó inmovil. Alguien estaba subiendo a la terraza, pero para cuando Atilio se dio cuenta ya era tarde. Sus pantalones estaban a sus pies y Eduardo tenía esa mirada de terror en sus ojos. La situación era inequívoca. Carlos, el tio de Eduardo, estaba parado en el umbral de la puerta, observando la escena con ojos de incredulidad, con un gesto de sorpresa que rapidamente se fue transformando en ira. “Que pasa Atilio?” gritó con su vozarron. Eduardo corrió y se abrazó a su tio, con un llanto desconsolado.
“Tranquilo hijo” lo consoló Carlos. “Es lo que yo pienso?” atinó a preguntarle. Eduardo solo asintió timidamente con la cabeza.
El horror comenzó a dibujarse en la cara de Atilio al comprender la gravedad de la situación y de la reacción violenta que seguiría. Carlos era un hombre corpulento, y en buen estado físico. El castigo fue terrible, lo golpeó en cada rincón del cuerpo que pudiera doler. Atilio no era rival y menos para la furia de este hombre. Varias costillas y un brazo quebrado, amen de hematomas esparcidos por todo su cuerpo fue el resultado de un castigo tremendo. Terminó tirado casi inconciente en el suelo de la terraza.
Para este momento el resto de la familia habia subido a ver que pasaba. Contemplaron boquiabiertos la escena, con sus cerebros barajando pensamientos diversos a la velocidad de la luz. “El tio Carlos se volvió loco” podria haber sido el resumen simplificado. Pero al ver a Eduardo y su cara de horror y llanto, comprendieron que algo estaba mal, terriblemente mal.
“Llamen a una ambulancia” ordenó Carlos. Cargo el cuerpo casi flaccido de Atilio y lo llevó abajo, depositandolo en el piso del living. Estaban en una reunion familiar celebrando el cumpleaños de Nicolás, el hermano mayor de Eduardo. Y pasó a explicarles la situación con la que se había encontrado en la terraza. Lo escucharon con caras de horror e indignación, incredulidad, revulsion. Agustina aferró a Eduardo, envolviendolo con sus brazos, ambos con lágrimas en los ojos. Le preguntó cuantro hacía que esto ocurría y Eduardo les contó escuetamente. No le hicieron mas preguntas ni entraron en detalles. No querían que el pobre chico reviviera su sufrimiento a esta altura.
La ambulancia llegó y se llevó a Atilio. Le explicaron al doctor que habia rodado por la escalera, les hizo algunas preguntas y lo cargó en la ambulancia con la celeridad del caso.
Carlos los siguió en su auto. En el hospital sometieron a Atilio a los examenes correspondientes, radiografias, tomografias, análisis de sangre y demas, y luego de unas horas le informaron a Carlos que ya estaba estabilizado y que lo dejarian internado un par de dias. Lo dejaron pasar a verlo. Ya estaba despierto, aunque ahora bajo los efectos de los sedantes y analgésicos. Entró rapidamente y solo permaneció unos minutos, lo suficiente para decirle que se mantuviera alejado de su hermana y de sus hijos. Le dijo que ya lo llamaría para preguntarle donde enviarle sus pertenencias que el mismo se encargaría de sacar de la casa. Atilio lo escuchó con una expresion indiferente. Cuando se estaba por ir le dijo: “Mejor que te consigas un buen abogado Carlos, esto no va a quedar asi”
“Creo que el abogado lo vas a necesitar vos, vamos a ver la forma de asegurarnos de que termines en la carcel, y no puedas molestar a nadie mas”
“Lo veo dificil, no tienen pruebas de nada”, respondió Atilio en tono burlón.
“Bueno, ya veremos, mientras tanto te recomiendo que ni te acerques a mi familia, si te llego a ver te juro que te mato”, le dijo Carlos con vos de furia, tratando de contenerse para evitar ser escuchado.
Si hubiera sido por el, Atilio ya estaría muerto. Amaba a su hermana y a sus sobrinos, y habían mantenido una familia muy unida, solidaria, y había suplido en cierta forma el rol de su cuñado muerto. Por eso sentía cierto grado de culpa por no haber notado la situación a tiempo.
Mientras tanto en la casa todo era consternación. Agustina no dejaba de lamentarse, pero Eduardo ya se habia calmado e intentaba consolar a su madre. La familia se fue retirando de a poco, encomendando a Agustina que llamara enseguida ante cualquier problema o si necesitara alguna ayuda.
El tio Carlos decidió quedarse a dormir con ellos esa noche. Su mujer y sus hijos no pusieron reparos. Sus hijos ya eran grandes, de 19 y 21 años, y se ofrecieron a hacer lo propio para las noches siguiente si fuera necesario.
Las emociones de esa noche los habia dejado traumados, por lo que a todos les costó conciliar el sueño. Sobre todo a Eduardo…quien en realidad no pegó un ojo en toda la noche. Sentía una sensación de liberación, liberado de la peor pesadilla vivida en su corta vida, pero a la vez una tristeza profunda de ver nuevamente su hogar y su ilusión de una familia feliz evaporarse repentinamente. En el fondo, había tenido la esperanza de que todo lo que había vivido en los últimos meses desapareciera como por arte de magia.
Agustina y Carlos se quedaron en la cocina tomando un café y charlando de las horas vividas y de los pasos a seguir. Agustina estaba desgarrada, desorientada, shockeada, como no cabía otra reacción ante semejante revelación, ante semejante sufrimiento, y con el agravante de que todo había pasado bajo sus narices. Carlos intentó calmarla, pero sabía que el proceso sería largo y sinuoso y salpicado por momentos terribles.
Decidieron irse a dormir y dejar los planes de los pasos a seguir para la mañana siguiente, con el juico mas calmo y la mente mas fresca.
CAPITULO 2

Los meses siguientes fueron un torbellino de problemas y mas problemas. Carlos recibió inmediatamente una demanda de parte de Atilio por “daños y perjuicios físicos y morales, intento de homicidio” y demas agravantes. A su vez Carlos y Agustina denunciaron a Atilio por abuso sexual de un menor. Pero la celeridad de la demanda de Atilio hizo dudar a los investigadores si todo no era solo una maniobra de Carlos para contrarrestar las demandas de Atilio. En el medio se mezcló el pedido de divorcio que Agustina solicitó con sus abogados. Atilio, como buen abogado, conocía todos los artilujios legales para llevar las causas adonde él quería. Tambien contaba con muchos amigos en la justicia, jueces, fiscales, abogados, que le permitieron ir dilatando y dilatando las cosas, desgastando a sus contrincantes y desanimandolos cada vez mas. Eduardo fue sometido a largos y detallados interrogatories por los detectives y los fiscales y abogados. Cada sesion lo hacía revivir la pesadilla, y su madre fue perdiendo el valor para tolerarlo. Había algunas pruebas físicas, aunque no concluyentes, y los relatos de Eduardo eran precisos y consistentes. Atilio siempre podia dar una explicación convincente para todo. Sus maniobras legales fueron dilatando y descorazonando a la familia, y mientras el tiempo pasaba, nada parecía progresar. Audiencias, escritos, interrogatories, mas audiencias, mas escritos, y asi los meses fueron pasando. Atilio seguía en libertad y sin visos de quedar preso. Y Carlos perdiendo tiempo y dinero en los tribunales tratando de que se desestimara la demanda de Atilio. El problema es que en este caso si habia muchas pruebas, medicas, fisicas, y demas, de la paliza que Carlos le había propinado. Y, al final, los motivos quedaron en una nebulosa. En conclusion, Carlos, por consejo de sus abogados, debió pagar una suculenta suma de dinero y llegar a un arreglo extrajudicial. No lo podia creer, pero era asi. El acusado se habia transformado en acusador, el bueno de la película se habia transformado en el malo, y su familia seguía sin obtener la justicia que merecía. Y ni que hablar de Eduardo, su vida traumatizada por este degenerado que andaba suelto por las calles y capaz de volver a hacerlo con algún otro inocente. La pedofilia se transformó, a partir de ese momento, en una de las luchas cotidianas de Carlos. Se unió a una Fundación que se dedicaba a la lucha contra la pedofilia y se dedicó a ayudar y a acompañar a su sobrino en lo que fuera necesario para que pudiera superar el mal trance. Pero el daño estaba hecho. Eduardo supo racionalizar su odio y resentimiento por lo vivido, pero en su interior se fue forjando una sed de venganza y de justicia que tenía un solo objetivo: aniquilar la fuente que la había provocado. El asesinato de su padrasto, fue a partir de ese momento, el principal objetivo de su vida. A medida que fue creciendo, se fue dando cuenta que no podia vivir con eso en la cabeza como motor de su existencia. Su mente inteligente fue elaborando compicados mecanismos para convivir con la idea y desarrollar una vida mas o menos normal. Pero en su fuero interno sabía que ese momento llegaría, que su oportunidad de hacer justicia y de vengarse se acercaría y debía estar preparado para aprovecharla. Las idas y vueltas de la Justicia en todos estos meses no habían hecho mas que exacerbar las ideas y los sentimentos que afloraban en la mente del pequeño. Lo empujaban a luchar fuera del sistema, a la “justicia por mano propia”, esa acción tan terrible que un hombre puede tomar, y que la civilización teoricamente debería evitar, justamente para ser civilización con todas las letras. Pero nada es perfecto, aún en las civilizaciones mas avanzadas la Justicia falla, las instituciones fallan, los politicos se corrompen, los ciudadanos cometen crimenes y algunos de ellos quedan impunes. Y para la impunidad, nada mejor que un justiciero. Esa era la conclusion a la que llegaría Eduardo.
CAPITULO 3

Veinte años mas tarde, Eduardo se encontraba en un viaje de negocios en el aeropuerto Charles de Gaulle en Paris. Había tomado un vuelo en Frankfurt y debía hacer conexión en Paris para volver a Buenos Aires, por lo cual tenía unas horas de espera en el aeropuerto. Era un pasajero en tránsito. Había salido de Alemania, pero no habia entrado en Francia, tecnicamente. Estaba en ningun lado, en un limbo geográfico.
Mientras esperaba en el club de American Airlines, se puso a ver TV. Había poca gente por lo cual se sentó en una de las salas y tomó el control remoto del televisor. Comenzó a cambiar canales buscando algo interesante. Encontró una película de suspenso, sobre un asesinato casi perfecto, que lo mantuvo entretenido hasta el final. A medida que avanzaba en la trama, su interés crecía y crecía. Si bien el paso de los años habia adormecido un tanto su plan de venganza, su sed de justicia, no había olvidado su mision pendiente con su padrastro. Los años habian pasado pero sus recuerdos eran vívidos como en el primer dia. Sus intenciones no habian cambiado para nada. Tenía una asignatura pendiente y en algún momento la cumpliría, solo debía encontrar el momento oportuno y el plan adecuado. Esta película solo estaba haciendole resurgir la memoria, reavivando su odio y reafirmando sus deseos.
En la película, el asesino era finalmente descubierto, siempre cometen algun error. El crimen tenía lugar en la isla de Puerto Rico, en un avión de bandera inglesa, y la víctima era un diplomático francés. Esto había creado una maraña legal para las autoridades, ya que varias agencias clamaban el derecho de investigar el crimen. Los ingleses aducían que el asesinato había tenido lugar en territorio inglés, lo cual era cierto, ya que los aviones, como asi también los barcos, o las embajadas, son territorio soberando del país de bandera. Los franceses reclamaban el derecho de investigar la muerte de un diplomático de su país. Los portorriqueños obviamente fueron los primeros en la escena del crimen, por lo cual la policía local estuvo involucrada desde el primer momento. Y finalmente, el FBI pretendía acaparar la investigación al tratarse de un asunto “federal” en un territorio asociado. Esto había complicado y retrasado significativamente la resolución del crimen, y era exactamente lo que el asesino había buscado. Tambien había dificultado el análisis y procesamiento de la evidencia, y esto también era algo con lo cual el criminal contaba. Pero todo crimen, por mejor planeado que sea, siempre deja evidencia, aunque mas no sea el cuerpo del muerto. Para el investigador avezado, para los equipos de investigación criminalística, las pruebas existen, solo hay que saber buscarlas, saber encontrarlas, saber donde mirar. “No existe el crimen perfecto” decía el agente del FBI que finalmente había resuelto el caso. El asesino habia sido descubierto por un detalle del que no tenia conocimiento: el video de uno de los pasajeros que en ese momento se encontraba filmando a sus hijos que viajaban en avión por primera vez. El pasajero no tenía ni idea de cuan valiosa era su filmación, como tampoco sabía que su película había captado evidencia fundamental para resolver el crimen. En una de la imagenes donde filmaba a sus hijos jugando, se veia a lo lejos al asesino en situación sospechosa, una actitud que no había logrado explicar a las autoridades, y que finalmente sería el detalle crucial para resolver el caso.
CAPITULO 4


Mientras aguardaba en el salón, siguió imaginando el momento de la verdad. No tenia duda de poder llevarlo a cabo, su odio acumulado y contenido era demasiado grande como para que pudiera, de alguna forma, sumergirlo en el olvido.
Ahora tenia una base, una idea mas concreta para planearlo todo. El asesinato tendria lugar en un aeropuerto. Sabia que Atilio viajaba seguido por negocios, y no seria difícil cruzarlo en algun aeropuerto. A medida que pensaba en el crimen, iba decidiendo los detalles. Por ejemplo, deberia tener lugar en algun aeropuerto de algun pais lejano pero no exotico, para no despertar sospechas de que 2 individuos de la misma nacionalidad coincidieran en un lugar asi. Por lo tanto, deberia ser en algun lugar de Europa o America.
No podria ser con un arma, ya que seria imposible franquear la seguridad. Fue barajando y analizando las distintas posibilidades: estrangulamiento con una soga o elemento similar, lo cual ofrecia el beneficio de que podria perfectamente llevar el elemento consigo sin que se notara, pero la desventaja de que seguramente se produciria una lucha y esto llamaria la atención y no le aseguraba el resultado. Atilio era un hombre fuerte y le daría lucha. Envenenamiento era una buena posibilidad, pero no era seguro que pudiera administrarle el veneno en algun momento del corto periodo que tendria para hacerlo estando en transito. No, deberia ser algo rapido, instantaneo, que no dejara rastros y que pudiera transportarlo consigo. Llego a la conclusión de que lo mas práctico seria administrarle alguna droga en forma inyectable, no sabia cual, pero algo encontraria. De esta forma podria tal vez acercarse en un baño, o en algun sector despoblado del aeropuerto y hacer su tarea sin hacerse notar.
Mientras miraba la TV, sin realmente ver lo que por ella se emitia, siguió elaborando su plan macabro, o mas bien su plan de justicia, como el preferia llamarlo. El salon se estaba llenando de gente y ruido por lo cual prefirió prefirió pasar al salon contiguo, que era mucho mas grande y ofrecia una vista espectacular de las pistas y los aviones. Se paró junto a una de las ventanas durante un rato, mirando el aterrizaje y el despegue de esos enormes pájaros mecánicos. Le encantaba mirarlos y por un rato sus pensamientos sobre el plan se vieron interrumpidos. Pero asi como mirar los aviones lo hacía disfrutar, pensar en su plan tambien era fuente de placer. Por lo cual volvio a concentrarse en su objetivo. Quería recapitular un poco, para no perder el hilo y no perder detalles. Cuanto mas pensara en cada detalle, menos chance de que algo saliera mal.
“Resumiendo” se dijo, “será en un aeropuerto, preferiblemente de Europa o Norte o Sudamerica, en la sección de pasajeros en transito, y con una inyeccion letal que no dejara el menor rastro y la hiciera parecer una muerte natural.”
Pero este plan presentaba un pequeño problema, o dos mejor dicho. El queria que Atilio supiera lo que le iba a pasar, porque “la anticipación de la muerte es peor que la muerte misma” según una frase que alguna vez había escuchado en alguna película de Hollywood, y quería que sufriera durante un tiempo antes del hecho. Y también queria tener unos segundos con el a solas cuando estuviera muriendo, para ver su rostro agonico y su vida extinguirse para siempre, y que conociera la identidad de su verdugo. El primer problema no era difícil de resolver, ya que podria comenzar a enviarle mensajes, de alguna forma, tal vez a traves de celulares descartables, o de algun modo que no dejara rastros, durante los dias o semanas previos a consumar el hecho. Claro que deberían ser anónimos, y que de ninguna manera lo conectaran a él. Lo importante es que estuviera atemorizado o inquieto, que sufriera de alguna forma en sus últimos dias. El segundo problema era mas difícil, porque dependia enteramente de conseguir la droga ideal. La droga ideal debia reunir las siguientes condiciones: ser fácilmente transportable, no requerir frio o condiciones de almacenaje especiales, que actúe rapidamente pero no instantáneamente como para permitirle esos segundos finales con su victima agonizando, y que no deje rastro alguno en el organismo. El unico aspecto negativo de una droga inyectable era que si se sospechaba de un asesinato, el cadáver seria sometido a una autopsia, y seguramente el medico forense descubriria la marca del sitio de inyección, y de esa forma haria la hipótesis de un asesinato mas plausible. Pero tambien estaba la posibilidad de que el forense no fuera tan exhaustivo y no encontrara el sitio de puncion.
De cualquier manera, aunque descubrieran que habia sido un asesinato, las chances de que llegaran hasta él serian minimas si lo planeaba todo minuciosamente. Pero igualmente debia ir levantando muros de proteccion para que esto no sucediera.
CAPITULO 5

El momento se acercaba, su hora llegaba. Durante los meses siguientes se dedicó a revisar todos los detalles del plan y a conseguir los elementos para llevarlo a cabo.
Comenzó a espiar muy discretamente a Atilio para familiarizarse con sus horarios y actividades, pero sobre todo para conocer los detalles de sus viajes, las fechas, los destinos, los vuelos, las aerolíneas, y demas datos relevantes. Logró intervenir su telefono y su computadora, por lo cual solo era cuestion de tiempo, de elegir el vuelo adecuado. Tambien debia hacer sus propios planes para que su propio viaje estuviera justificado por trabajo o alguna otra razón valida, y que requiriera las paradas en los mismos aeropuertos, o por lo menos uno en comun.
La cuestion mas difícil era la de decidir la droga que usaría, y luego conseguirla discretamente. Le llevó bastante tiempo la investigación, sobre todo porque debió hacerla por su cuenta. Hubiera sido mas fácil consultar a alguno de sus amigos médicos, pero no quería despertar la menor sospecha ni dejar el menor rastro de sus averiguaciones. Era conciente que podría llegar el momento en que él fuera sospechoso, si algún detective atento descubría algun cabo sin atar y seguía las pistas. Y aunque no hubiera pistas, mas de un camino podría conducir a él. El mero hecho de coincidir en el aeropuerto, si fuera descubierto, avivaría conjeturas y sería difícil de atribuir a la mera casualidad. Siempre y cuando pudiera establecerse que Atilio y él estaban relacionados, cosa que sería difícil establecer. Pero si alguien escarbara un poco mas, su nexo con su padrastro no sería difícil de encontrar, y con ello la información del abuso. Y ahí se establecería el motivo para el crimen, poniendolo a el como principal sospechoso, situación de la que sería improbable zafar y que seguramente lo enviaría a prisión por el resto de sus dias.
Entre las drogas posibles, habia reducido el campo a tres o cuatro: Vasopresina, adenosina, adrenalina y succinil colina. La vasopresina es una hormona que fabrica el organismo y que tiene varias funciones, entre ellas la de retener agua y la de producir vasoconstriccion y elevar la presión arterial. Tenia la ventaja de que siendo una droga producida en el organismo, sería practicamente indetecable si no se buscaba especificamente. Actuaria produciendo una arritmia mortal o una hipertension aguda que le haria estallar algun vaso cerebral con una hemorragia cerebral. Pero deberia administrale una dosis demasiado alta, y en ese caso, tal vez fuera mas facil de detectar.
La adrenalina tenía efectos parecidos, pero no requeriria tanta dosis. El problema era que podria matarlo instantaneamente y eso no le permitiría esos segundos finales de justicia. La succinil colina era un agente paralitico, del tipo de los curares, pero de vida muy corta una vez inyectada, por lo cual seria practicamente indetectable. Los medicos la usan generalmente para paralizar un paciente previo a la anestesia o para insertar un tubo endotraqueal para poner un paciente en respirador. La desventaja que tenía era que producia una especie de estimulacion muscular de unos pocos segundos previa a la paralsis, y este detalle si podria hacer sospechar a los forenses que se habia usado como arma homicida.
Se decidió por la adenosina. Es una droga que se usa para tratar pacientes con arritmias, particularmente taquicardias. Actua en forma casi milagrosa, una vez administrada, produce un breve “paro cardiaco” que se revierte inmediatemente al desaparecer en sangre y retomar el corazon su latido normal. Pero una sobredosis podria producir un paro cardiaco del que Atilio no se recuperaria, pero que le daria el tiempo suficiente para mantener la conciencia durante unos segundos. La particularidad de la adenosina es que su vida en la sangre no va mas alla de unos pocos segundos, para ser metabolizada y eliminada rapidamente. Una vez hecho el daño, no dejaria rastro alguno. Habia averiguado que la droga generalmente se guardaba en los carros de reanimacion de los hospitales, los cuales no estan bajo llave, por lo cual no seria dificil obtenerla.
Seria entonces la adenosina el arma homicida.
Habia estudiado los viajes de Atilio, y en los ultimos meses habia notado que habia tomado varios vuelos a los Estados Unidos, y habia hecho escalas en el aeropuerto de Panamá. Probablemente estaba desarrollando algun negocio en el pais del norte y viajaria a ese destino frecuentemente duante algun tiempo. Eso le daria tiempo para estudiar el aeropuerto de Panama. Nunca habia estado ahí, pero siendo un lugar de conexión para los vuelos entre Norte y Sudamerica, seguramente tenia un aeropuerto grande y con lugares propicios para su cometido. Y tambien podria justificar algun vuelo suyo de negocios a traves de ese aeropuerto. Decidió hacer un viaje ese fin de semana para verlo y poder hacer planes in-situ.
Toda esa semana sintió un nerviosismo especial, mezcla de placer y de inseguridad al irse acercando cada vez mas a su meta. Ahora era mas palpable lo que estaba por hacer, lo que tanto habia esperado.
Partió en un vuelo hacia Miami haciendo escala en Panama. La conexión le daba 5 horas en el aeropuerto, tiempo mas que suficiente para recorrer la seccion de pasajeros en transito y estudiar los salones, los baños, las camaras de seguridad y demas puntos relevantes de su plan. Decidió llevar unas ampollas de una medicacion cualquiera para ver si los agentes de seguridad prestarian atencion al detalle o no. Llevó tambien una camara de fotos para registrar todo lo posible de la forma mas discreta. Y tambien tenia encima su telefono celular, el que usaba frecuentemente como grabador para registrar los pensamientos que pudieran aparecer y que no debieran ser olvidados. Tendria la oportunidad de ver el aeropuerto a la ida, pasar un par de dias en Miami, pensar en el plan, y luego pasar unas horas mas en el aeropuerto de Panama al regreso para ultimar detalles.
El vuelo fue placentero, sin contratiempos. Aterrizaron en horario en Panamá. Ingresó a la sección de pasajeron en transito y se sentó en un bar donde tomó el desayuno. Tenía tiempo de sobra por lo cual estaba relajado.
Luego del desayuno se dedicó a caminar por la zona de transito y a tomar fotografias discretamente. Memorizó la ubicación de las camaras de seguridad y todos los detalles que le parecieron importantes. Luego localizó los baños. Habia varios pero notó que uno de ellos no tenía una camara de seguridad cerca; sería el lugar ideal. Por otro lado era el que estaba mas alejado de la zona mas transitada. Ya tenía el lugar del crimen…..solo debía pensar la forma de lograr que Atilio usara ese baño, pero si no lo hacía, debería improvisar sobre la marcha.
Era un baño pequeño, con 2 lavatorios, 2 mijitorios y solo 1 privado. Ideal. Ningun pasajero se quedaria por mas de un par de minutos. Y era el menos frecuentado de todos. Se quedó en el privado casi media hora, registrando la cantidad de personas que entraban y salian, y comprobó que era muy poco usado. Haría el mismo ejercicio en el viaje de vuelta para corroborarlo.
Siguió su recorrida lentamente, anotando mentalmente los detalles que le parecieron importantes y familiarizandose con la geografia del lugar, con la ubicación de los guardias de seguridad y los recorridos que hacian. Luego ingresó en el club de la aerolinea y se dedicó a revisar las fotografias que habia tomado. Tenia un buen registro mental y fotografico y ahora solo debia planear los detalles finales. Le quedaban 2 horas todavia para su vuelo. Se recostó en uno de los sillones y comenzó a elucubrar su plan. No era complicado, pero no debia dejar ningun detalle librado al azar. Decidió que ya era suficiente por el dia. Apoyó la cabeza en el respaldo del mullido sillon y se relajó hasta el punto de quedarse dormido. Un par de horas mas tarde estaba en vuelo hacia Miami. El viaje de regreso le daría la oportunidad de reunir cualquier detalle faltante y completar el plan.
CAPITULO 6

Habia llegado el momento de poner en marcha su plan, de hacer justicia, de ejecutar su venganza. Era el momento de comenzar a intimidar a Atilio, a asustarlo, a hacer un infierno de sus últimos dias. Se compró un celular descartable y le envió el pimer mensaje de texto, aquella frase de Hollywood que tanto le había llamado la atención, y que a la vez mejor describía lo que él quería que Atilio viviera durante los proximos dias: “La anticipación de la muerte es peor que la muerte misma”. Luego de enviar el mensaje, limpió sus huellas del telefono y le sacó la batería. Tomó un colectivo, se bajó en una parada remota, y tiró el telfono a la basura en un tacho de la calle, cuidando de no ser observado. Repitió esta rutina con cada mensaje enviado. También se cuidó de usar un telefono distinto para cada mensaje, que no fuera rastreable, y de comprarlo en distintos negocios y en efectivo para no dejar rastros con su tarjeta de credito.
Eran la 4 de la tarde, Atilio se encontraba en una reunion de negocios cuando su celular le avisó que tenía un mensaje. Miró la pantalla del telefono, pero no figuraba remitente, era un numero privado. Pasó a revisar el mensaje y no le gustó lo que leyó. Un sudor frio le recorrió la frente y el cuello. Pero se calmó enseguida. Sería una broma, numero equivocado; no tenía de que preocuparse.
“Atilio, parece que hubieras visto un fantasma, estas pálido!” le dijo uno de los hombres sentado frente a él.
“No es nada, número equivocado” respondió Atilio mas sereno. “Continuemos con el trabajo.”
“Si claro” respondió el otro hombre. “Uno de nosotros deberá reunirse con la gente de Chicago para finalizar los detalles del proyecto”
Otro de los hombres sentados en la mesa acotó: “Deberias ser vos Atilio, además te encanta viajar!”
“No hay problemas, creo que con uno o dos viajes tendremos el proyecto en marcha. Además Chicago es una ciudad que me gusta. Le diré a mi secretaria que vaya haciendo los arreglos.”
Luego de la reunión Atilio llamó a su secretaria. Le dijo que arreglara los viajes, uno seria para la semana proxima y el siguiente sería para dentro de 3 semanas. Eduardo se enteró de la noticia. El primer viaje de Atilio sería via New York, pero el segundo seria via Panamá. Esa era la oportunidad, ese sería el momento, esa sería el viaje final de Atilio.
“El viaje final”, ese fue el segundo mensaje que le envió al celular. Atilio se encontraba jugando al golf con unos amigos. Estaba relajado, pero el mensaje lo puso tenso inmediatamente. Nuevamente no habia remitente. Otro mensaje extraño, pensó. No imaginó quien podría estar jugando con el, o si era numero equivocado. Pero si lo era, era demasiada coincidencia. Decidió no darle importancia, al fin y a al cabo no era nada concreto.
Dias mas tarde, mientras estaba en su oficina, su secretaria le entregó los pasajes para sus vuelos. Los puso en su maletin y siguió con su trabajo en la computadora. “Mensaje nuevo” le anunció su correo electrónico. El nombre del remitente “Angel de la muerte”. Estaba por pasarlo a la papelera de reciclaje cuando recordó los mensajes anteriores. Abrió el mensaje por curiosidad: “Se acerca tu hora” era todo lo que decía. Se quedó petrificado frente a la pantalla. El temor se apoderó de su persona. Sería posible que fuera otra coincidencia? Un mensaje al azar, de los tantos que llegaban por dia? Pero era demasiada casualidad. Que hacer, esperar el proximo mensaje para despejar todas las dudas?. Si, eso haría. Pero estaba temblando, estaba entrando en pánico. Se puso a pensar en quien podria estar detrás de esto. Sin duda que habia varias personas que querrian verlo muerto, no era ningun santo. A traves de su vida habia estafado varios socios, sembrado odio en varias mujeres y alienado a familiares y amigos. Su mente recorrió varios pasajes de su vida y la gente a que había dañado. Si bien pensó en varias personas, debía ser alguien muy sofisticado que tuviera acceso a sus telefonos, su correo electrónico, su agenda. Luego de hacer una lista de posibles candidatos, la guardó en su maletin. En la lista no figuraba Eduardo. Si el acoso continuaba, ya pensaria la manera de averiguar quien estaba detrás de esto. Si era alguna broma, sin duda era de muy mal gusto.
Eduardo decidió hacer una pausa en sus mensajes. Atilio ya estaria por lo menos preocupado a estas alturas, si es que no comenzaba directamente a sentir miedo. Sabía que Atilio habia cosechado muchos enemigos a lo largo de su vida, y era difícil que sospechara de él. Habia pasado demasiado tiempo. Por otro lado, mejor asi. Que no supiera hasta el ultimo momento quien estaba detrás de todo esto. Que la sorpresa fuera uno de los elementos de su aterrado final. Que sus actos repugnantes le vinieran a la mente en los ultimos momentos de su vida, que su mente retorcida comprendiera que su final violento era lo que merecía, era la macabra cosecha de lo que habia sembrado a traves de su vida. Que aquel niño inocente que habia violentado habia venido a cobrar su cuenta pendiente. Imaginaba el momento una y otra vez, la cara de Atilio horrorizada, su lucha por aferrarse a la vida, la comprensión final de que seria inútil, de que su fin estaba sellado. Lo imaginaba rogando, pidiendo un tardio perdon, una falsa disculpa solo para zafar del momento. Sus ojos de terror, su expresión extinguiendose hasta el aliento final. Y con la muerte de Atilio, su mente liberada para siempre de las memorias horribles, su vida ahora capaz de seguir sin esa piedra en su corazon.
La cuestión de la culpa por el asesinato jamás le habia preocupado, siempre habia sentido que estaba haciendo lo correcto, que solo estaba administrando la justicia que el sistema legal le habia negado. Y que la sociedad toda estaria mejor sin esa lacra caminando por las calles. Pero ahora no estaba tan seguro, la proximidad del asesinato le habia hecho reflexionar. Un sentimiento habia aparecido, si bien tenue, ahí estaba. En principio, ni por un momento se le cruzó por la cabeza darle importancia, pero con el correr de los dias solo creció hasta hacerlo dudar de sus actos. Y al imaginar el dia después, ya no estaba tan claro que fuera la panacea que habia esperado toda su vida. Pero ya estaba todo en marcha, y no era hora de flaquear a ultimo momento.


CAPITULO 7

Entro al hospital por la puerta del personal, vestido con ambo de trabajo, como la mayoria de los medicos y enfermeros. Se había maquillado y tenia una peluca, nada demasiado elaborado pero suficiente para que su verdadera identidad estuviera totalmente disimulada. Si por una de esas circunstacias imprevisibles alguien revisara los videos del hospital, seria imposible que fuera reconocido. Tambien habia procurado una identifiacion de un miembro del personal del hospital que habia sustraido sigilosamente en una de las estaciones de enfermeria unas semanas antes, al visitar a un amigo enfermo que estaba internado. Se la colgó en el bolsillo delantero de la chaqueta, como la mayoria de los empleados del hospital.Se dirigió al mismo piso donde habia estado internado su amigo, ya que sabia donde se encontraba el carro de reanimacion que se utilizaba en esa sala. Caminó por el pasillo con toda naturalidad y cuando llegó al carro se paró frente a el y con una tijera cortó los sellos con los que se aseguraban los distintos cajones donde estaban las distintas medicaciones. Una enfermera que pasaba le dio una mirada inquisitiva. Continuó abriendo los cajones como si nada, pero al ver la expresión contrariada de la enfermera, se apresuró a tranquilizarla: “Estoy verificando que esté todo lo necesario, soy de farmacia”“Ah! Tuvimos un paro la semana pasada, fijese que se reponga todo lo que se ha usado” y siguió su camino. Eduardo habia averiguado que los carros eran revisados periódicamente por el personal de farmacia, por lo cual la enfermera no le dio mayor importancia.Encontró rapidamente la adenosina y se puso varias ampollas en el bolsillo. Se alejó rapidamente y tomó las escaleras hacia la planta baja y la salida del hospital. Una parte importante del plan se habia concretado.Estaba satisfecho con el progreso. Los pasajes ya estaban listos, habia hecho coincidir su itinerario con el de Atilio en el viaje de regreso a Buenos Aires. Ambos harian una escala en Panamá, Atilio en su regreso de Chicago y Eduardo regresando de Los Angeles, donde habia arreglado un encuentro de negocios para cerrar un negocio de su empresa.Atilio ya habia regresado de su primer viaje y ahora quedaban 10 dias para el segundo viaje, “su ultimo viaje” pensó Eduardo.Era hora de volver a los mensajes, de crear el clima para que los ultimos dias de Atilio fueran un infierno. Para que viviera atemorizado, aterrado, con el fantasma de la muerte rondando, con la incertidumbre de que podia esperarlo a la vuelta de la esquina.“Tu hora se acerca” fue el mensaje que recibió Atilio mientras tomaba unas copas en un bar con unos amigos. Su cara empalideció y sus amigos lo notaron, pero Atilio no dio ninguna explicación, solo terminó su bebida y se retiró con una excusa que ninguno creyó. Salió a la calle mirando a su alrededor, observando, buscando algun rostro reconocible, alguien que tuviera alguna actitud sospechosa. No vio nada. Mientras caminaba pudo sentir su respiración agitada. Se dio cuenta de que estaba aterrorizado, como si los mensajes fueran una profecia que estaba por cumplirse. No podia seguir asi, debia poner un corte a la situación, de lo contrario la escalada de temor solo seguiria en ascenso.Decidió contactarse con su investigador privado, quien lo ayudaba de vez en cuando en algun que otro caso para reunir información sobre algun cliente o para algun caso penal que debia representar. Lo llamó a su celular pero estaba apagado, le dejó un mensaje para que lo llamara. Se fue para su casa caminando, quedaba a una pocas cuadras del bar. Las calles estaban casi desiertas, ya eran casi las 12 de la noche. Sintio unos pasos por detrás que se acercaban rapidamente, la transpiración le caia por el cuello, pero nadie se atreveria a atacarlo en medio de la calle, pensó. Siguió caminando unos metros y los pasos seguian detrás suyo. La mejor opcion seria confrontar el peligro, pero se dio cuenta que no tenia las agallas para hacerlo, era un cobarde de verdadera estirpe. Al sentir los pasos casi encima de el se dio vuelta repentinamente como para implorar por su vida, para arrodillarse ante su verdugo, pero el hombre detrás de el siguió caminando como si nada. Ya estaba paranoico, el terror lo dominaba, no podia seguir asi. Llegó a su casa y cerró con llave, verificó todas las entradas y se sirvió una copa de whisky para calmar un poco la ansiedad, Se tomó la primera medida de un trago y se sirvió mas. Comenzó a repasar en su cabeza quien podria estar detrás de todo esto, la lista era larga. Ahora Eduardo estaba en esa lista, pero bien abajo, habia pasado demasiado tiempo, no lo consideró como un candidato serio. No pudo decidir quien o quienes serian los mas probables. En medio de su excitación y ansiedad decidio tomarse una pastilla para dormir, de otra forma seria dificil que pudiera conciliar el sueño esa noche. Entre el alcohol y el sedante quedó dormido en el sofá.Fue despertado a la mañana siguiente con el ruido de su celular nuevamente indicandole que tenia un mensaje. Lo miró temblando, casi al borde del panico. Era su secretaria, lo estaban esperando en la oficina hacia rato para una reunión. Miró su reloj, eran las 10 de la mañana, habia dormido mas de la cuenta, aunque igual se sentía exhausto, nervioso y deprimido. Se dio una ducha rapido y salió para la oficina. En camino recibió el llamado de su investigador. “Te espero en la oficina en 1 hora” le dijo sin dejar lugar para cambios.Luego de la reunion de negocios atendió a Diego, su investigador privado. Le contó los acontecimientos de los ultimos dias y le mostró los mensajes del telefono, los mails y demas detalles. Tambien le dio la lista de la gente que pudiera estar involucrada.Diego le hizo algunas preguntas y le prometió respuestas pronto.”Me voy a Chicago en los proximos dias, para cuando vuelva quiero saber quien es el maldito que esta detrás de esto”, le ordenó Atilio.“Espero tener novedades para su vuelta” se limitó a responderle Diego.Pasaron cuatro o cinco dias tranquilos para Atilio, pero esa tarde recibió una carta sin remitente y escrita en una computadora. El sello del correo decía que habia sido enviada desde la localidad de Berazategui, lejos de la ciudad. Podría ser una pista, o al menos darle alguna informacion. La abrió mientras le pedia por telefono a su secretaria que citara a Diego inmediatamente.“Estas viviendo tus ultimos dias, por lo cual te recomiendo, pequeña basura humana, que te vayas despidiendo de quienes debas despedirte. Mira el lado bueno, muy pocos saben la fecha exacta de su muerte, pero vos tienes esa ventaja. Y eso tambien te da la oportunidad de arrepentirte de tus actos deleznables y de pedir los perdones correspondientes. Tal vez Dios se apiade de tu alma.”Diego miró la carta unos minutos. “El sello postal probablemente no nos diga nada, seguramente la carta fue echada en un buzon. Solo nos indica que lo hicieron el la zona de Berazategui. Y la impresión es de una impresora cualquiera, imposible de rastrear. Este tipo es muy inteligente y tiene todo bien estudiado y planeado. No sera facil identificarlo, si es que en algun momento lo logramos”“Pero Diego, carajo!! No tengo tiempo, si este hombre, o mujer, habla en serio, mis dias estan contados”, le gritó Atilio visiblemente alterado.“Es que me tomará algun tiempo investigar a su lista de gente, y los mensajes que ha recibido no dejan pistas. Lo voy a seguir a usted unos dias para ver si identifico algun sospechoso”“Haga lo que tenga que hacer, por otro lado no seria mala idea, en caso de que este loco me ataque, estando usted cerca me puede ayudar”.Atilio esperaba ansioso el momento de su viaje, por lo menos en el exterior estaria a salvo y podria olvidarse un poco de todo el asunto, por lo menos por unos dias. Eso pensaba…..

CAPITULO 8

Eduardo no podia contener su euforia, su excitación. Ya faltaba poco, el dia se acercaba. Al dia siguiente partiría Atilio, y el lo haria el dia despues. Habia pensado en salir el mismo dia y asi observarlo en el aeropuerto, pero era demasiado arriesgado y podria arruinar el plan.Le mandó lo que sería el ultimo mail antes de la partida, para mantener en vilo a esa alma maldita: “puedes huir, pero no puedes escapar” fue todo el mensaje.Había notado un hombre siguiendo a Atilio desde hacia un par de dias, por lo cual decidió no continuar su propia vigilancia. Otro riesgo innecesario decidió.Ya tenía todo listo para el viaje, y para su plan. Hizo una ultima revision de todo lo necesario, de los preparativos y solo quedaba esperar.Atilio partió y Eduardo hizo lo propio al dia siguente. Mientras estaba en Los Angeles, Eduardo se dedicó a lo suyo y luego le quedaron un par de dias para hacer un poco de turismo. Se dedicó a recorrer la ruta costera hacia San Franciso, un recorrido que siempre le habia gustado y que habia hecho dos veces en el pasado. El color del Pacifico era de un azul hermoso, y los pueblos costeros muy pintorescos. Durmio en Monterrey y pegó la vuelta. A la mañana siguiente entro a un ciber-café y le mandó otro mail a Atilio: “No hay lugar seguro en este planeta, la distancia no es proteccion para los malditos”Atilio recibió el mail inmediatamente, se encontraba en ese momento trabajando en su computadora, preparando la reunion final de su viaje. Llamó inmediatamente a Diego por telefono y le comunico la novedad.“Voy a averiguar con su proveedor de e-mail a ver que informacion puedo recabar, lo llamare en un rato”.“Quiero que me llame en cuanto sepa algo” le dijo Atilio y cortó.Se fue para su reunion. Quedaba en un hotel cercano. El encuentro fue cordial aunque largo y tedioso. Durante la reunion no pudo sacarse su preocupacion de encima. Casi al final, sonó su celular. Era Diego con novedades y no alentadoras.“El mail salio de Estados Unidos, de la zona de Los Angeles.”El sudor comenzó a recorrer la frente de Atilio. “Que!? Pero si todos los anteriores salieron desde Buenos Aires. El unico consuelo es que por lo menos no son de Chicago. Esto ya va demasiado lejos, cuando vuelva a Buenos Aires, quiero a la policia involucrada”“Lo que usted diga jefe” le respondió Diego, mientras pensaba para sus adentros: “volvera?”Atilio volvio rapidamente a su hotel, no sabia que hacer, estaba realmente asustado. Mañana partiria para Buenos Aires.

CAPITULO 9

El trafico al aeropuerto de Chicago era infernal, el taxi que habia tomado en el hotel avanzaba a paso de hombre por la autopista. Por suerte tenia tiempo, siempre salia con tiempo por las dudas. Preferia esperar en el aeropuerto y no estresarse por las demoras. Llegó bien, y se puso en la fila para hacer el check-in. Mientras esperaba, su celular recibió otro mensaje. Se sobresaltó. “Como va la vida? Como será la muerte?” era todo lo que decia. Deseó que todo fuera una pesadilla, pero sabia que no lo era, todo era bien real, y habia mucha gente que habia herido y pisoteado durante su vida, por lo cual no era raro lo que le pasaba. Pero cuando llegara a Buenos Aires le pondría un corte definitivo a la situacion, avisaria a la policia y contrataria una custodia personal. Pasó la seguridad del aeropuerto y quedó en la zona de embarque. Tenía un trecho hasta Panamá que aprovecharía para leer y despejar su mente. Y luego dormiría en el trayecto a Buenos Aires. El vuelo a Panamá fue tranquilo, y pudo terminar la novela que estaba leyendo. Se bajó del avion y quedó en la zona de pasajeros en transito. Se sentó en uno de los salones y miró TV un rato. Estaba inquieto, tenía un mal presagio. Se puso a caminar por el aeropuerto, nervioso. Eduardo habia partido de Los Angeles casi al mismo tiempo y arribo a Panamá un ratito antes que Atilio. Se fijó la puerta por la que arribaria y procedio al baño donde se disfrazó con la peluca y el maquillaje que llevaba encima. Estaba irreconocible. El avion de Atilio aterrizó en horario. Se sentó en un asiento desde podia contemplar el arribo de los pasajeros a distancia prudente. Atilio bajó casi al final, y la mayoria de los pasajeros fueron hacia Migraciones, solo unos pocos quedron en transito. Lo siguió a Atilio hasta el bar. Lo observó mientras tomaba su bebida y cuando Atilio comenzó a caminar, en un momento enfilando para los baños, y especificamente hacia la puerta de su destino. Eduardo se dijo que este era el momento. Rapidamente enfilo para ahí y llegó antes que Atilio, se introdujo en el privado. Atilio entró y se paró frente al mijitorio. Salió rapidamente del privado y trabó la puerta de ingreso al baño. Atilio lo miró contrariado y acto seguido Eduardo se abalanzó sobre el y lo aferro del cuello, casi inmovilizandolo. Sacó la jeringa y le inyectó 84 miligramos de adenosina por el cuello, una dosis letal. Mientras la droga circulaba por la sangre hacia el corazon derecho, Eduardo lo dio vuelta y se sacó la peluca. Atilo entre cofundido, horrorizado, sorprendido, moribundo se agarró el cuello y alcanzo a balbucear “Eduardo……..” Recogió todo e inspeccionó el lugar. Atilio había muerto, ya no había mas Atilio. Eso lo reconfortaba, esa persona diabólica no habitaba mas este mundo. No sabía si habitaba algun otro mundo, si es que lo había, pero este seguro que no. Su cadáver inerte habia quedado tendido al lado de ese retrete, flaccido, con esa leve, casi imperceptible expresión de terror en su ojos. Su momento había llegado, el de Atilio y el suyo propio. Para Atilio, la muerte violenta, la que se merecía. Para él, la justicia. O la venganza, como fuera que uno la mirara. Si bien sintió la satisfacción, el desahogo, y en cierta forma la felicidad de matar a Atilio, casi inmediatamente se dio cuenta que no era la panacea que habia esperado. Su mente se paró en seco, una rafaga de pensamientos se le cruzó a la velocidad de la luz. Se puso el disfraz y se estiró hasta la puerta y le sacó la traba. Inmediatamente se abalanzó sobre el cuerpo de Atilio y comenzó a reanimarlo. Sabia perfectamente las maniobras de reanimacion cardiopulmonar. Tenia unos minutos para hacerlo para mantener con vida las celulas de Atilio, y que se eliminara la adenosina de la sangre y de sus tejidos. Una vez sucedido eso su corazon comenzaria a latir. Habria que ver con que daño en sus sistemas, en especial el nervioso. Pero eso era otra cuestion. Lo reanimó durante unos minutos, 3 o 4, y la puerta del baño se abrio y entró un hombre. Lo miró en forma extraña y Eduardo inmediatamente le gritó: “Llame al 911 inmediatamente, estoy reanimando a este señor”. Le tomó el pulso y ya tenia pulso, y respiraba espontaneamente. El pulso era debil al principio pero se fue haciendo cada vez mas fuerte. “Esta vivo” le dijo al otro señor, “quedesé aca un minuto, yo ya vuelvo. Tomele el pulso de esta manera, y no se mueva de su lado.” Salio del baño y se dirigió al lugar donde debia sacarse la peluca. El lugar estaba desierto. No tuvo problemas, siguió su camino hacia un bar y se sentó a tomar un café. La espera se hizo larga, pero entretenida, ya la gente comentaba sobre el hombre que habia muerto en el baño pero alguien lo habia renimado y desaparecido. Aparentemente los paramedicos se lo habian llevado en estado de coma pero vivo. Minutos mas tarde se encontró en su vuelo, reclinado, sobrevolando Centroamerica en direccion a la Argentina. Cumplió el plan maestro a la perfeccion, no? Siguió la noticia por internet a traves de los diarios panameños. Habian identificado al hombre, que era argentino. Pero habia quedado en un estado que los neurologos denominan “lock in syndrome” en el cual la persona esta perfectamente conciente de su ambiente, lucida, pero sin ninguna posibilidad de comunicación; para los que lo examinan, es un paciente en coma profundo. Nuevamente le vino la pregunta, “habia cumplido el plan a la perfeccion? No, para nada…..En realidad el plan era matarlo, lo cual no hizo, o mas bien hizo y luego deshizo. Analizandolo detenidamente, no habia cumplido nada, pero su poder de improvisacion y velocidad fueron increibles. Lo que su conciencia podria tolerar lo vio claro, y tan rapidamente…..y luego actuó en consecuencia tan rapidamente…..y habia salido tan bien…..Atilio estaba vivo pero muerto, no habia habido homicidio, él habia dejado el lugar sin una huella, y para empezar nadie sospechó nada raro. Ningun cabo suelto, “el crimen perfecto?” Atilio en su soledad no se resistia todavia a su destino, y su odio a su verdugo crecia en proporcion a su imposibidad de hacer o decir algo al respecto. Luego de semanas de internacion la cancilleria panameña comenzó a hacer gestiones para que la Argentina se hiciera cargo de su ciudadano, ya que los intentos por lograr que algun amigo o familiar de Atilio se encargara del asunto no habian tenido éxito.
Triste final.